el corazón apunta hacia el norte.



El pájaro extiende sus alas por sobre la acera. Se desplaza en la corriente, como si ya sus alas no sirvieran, y se pierde a lo lejos. Lejos se va, porque lejos queda su hogar. La acera lo despide. Le pregunta si recuerda donde su hogar está. El pájaro no responde. No sabe la respuesta. La acera le ofrece su mano, pero el pájaro se irrita, y entre tanta confusión, pierde altura y cae. Y su hogar todavía esta lejos.

Levanta los ojos al cielo y se agobia. La acera se acerca, y le pregunta porque la rechaza. El pájaro no responde. Tampoco sabe la respuesta.

Y llega a ella.




- ¿Cómo irás a un lugar al cual no sabes llegar?




- ¿Ves esto?



El pájaro apunto a su pecho.



- ¿Qué es eso?



- Es una brújula.



- No sabía que las brújulas eran invisibles.



- Bueno, no. De hecho, esta brújula esta escondida bien adentro mío. Nunca una brújula te dirá como llegar. Sino hacia donde tus alas apuntarán. Y allá, en el horizonte incansable al cual esta brújula apunta, confiaré en que algún día, llegue a mi ansiado hogar.



- Pareces confiar en esa brújula.



- Lo hago. Se que no falla.



- ¿Cómo lo sabes?



El pájaro sonrió y lentamente se incorporó sobre sus pies. Sus alas volvieron a extenderse, y el crepúsculo lo invitaba ya a partir. Se dio media vuelta y miró aquella acera atónita, y lentamente le dijo:



- Nunca lo comprenderás.







joaco.

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