El cronopio de las tardes.

DIA 1

Hoy te vi y creo.

Creo que existe
creo porque veo.

El amor, creo.
No se ve, pero
si lo creo.

Te veo a ti.
En ti creo.

Al amor que no veo.

Creo, creo.

Lo veo y lo creo.



DIA 2

Te mentiría al decirte
que no cambiaste
completamente mi
dirección.

Tus ojos saltan en
mí,
salta mi
corazón.

Aunque tu no me ves
y no me dices adiós.

Tu cambias el
sentido;
eres tu la excepción.



DIA 3

¿Donde guarda él
eso que te tiene sin
respiración?

¿Porque él puede hacer
lo que no hago yo?

Y tu buscas las respuestas
adentro de ese bolso
sacando polvos
en los que escondes
tu cara,
y ese adiós
que no me diste.

Tu rostro se
convierte blanco.

El te prefiere
así.

El hace cosas que
no creo
son buenas para tí.

Y estas tan pálida
que te confundes

en la niebla

en este frenesí.



DIA 4

Y hoy vienes a
romper el esquema.
El ya no sabe
como le gustas.
Y tu ya no
sabes en que maquillaje
están sus dilemas.

Giras hacía mí.

-ay-

Tu sabías que
era yo el único
que te quería.

Mencionas ese
adiós como
una posible salida.

Y yo abro mis
puertas.

Te espero.
con sueño.

Tu alma dolida.



DIA 5

Tus pieles me
responden.
Y nada de lo que
veo ya importa.

No es que ya no crea.

Tu tacto se ha
vuelta una
carta ganadora.

Y no es que este
decepcionado

-de verdad-

esta habitación
se ha grabado
en mi pecho
hasta la eternidad.

Pero mi dirección
ha vuelto a cambiar.

Y me di cuenta
cuan importante
aquel maquillaje era.

Tapaba los disgustos
de una relación
que no sería

duradera.



DIA 6

(...)



DIA 7

Un día
se esfuma
para siempre.

Pensé en ti
y sentía
que yo creo cosas
que ahora no entenderías.

¿Acaso intentarías
comprender?

Sería demasiado
de todas maneras.

Que

-a estas alturas-

yo, el y tú
sinceráramos
esta temible red
de hipocresías.



DIA 8

Hoy no suenas por
el teléfono.

Tienes suerte.

Te mantienes
concentrada
para poder
perderme.

Intentando
dejar

-nos-

en habitaciones
a la vuelta
de la esquina.



DIA 9

Y me destrozas.

Estoy implorando
una suerte
de derrota.

Porque me niego
a no pensarte.

Y maldigo
por horas
cuanto tardarás en
disculparte.

Me ganas
como premio
del desastre.

Tu tacto
ya perdió
su encanto dominante.



DIA 10

Lo creo
y no lo veo.
Creo en ti
y no te veo.

El amor
no se ve
ni menos
mi despecho.

Creo que te perdí.

Creo, creo.

Creo aún.

Ya no te veo.

Pero creo en ti.


Yo te amé,



creo.






joaco.

era hora.

Escarbando entre memorias perturbantes vuelvo al tiempo. El calor se asoma, impacientemente, y emite un estruendo que va avispando la llegada. El reposo se desanima. Hoy es el día de volver a intentar.

Me acoplo en la distancia y extiendo mi pecho hacia adelante, mientras pretendo que, inflándolos, asimilarán al fin una nueva vida. Empujo mis pies sobre la tierra húmeda, y empujo hacia los confines del exagerado universo. Despojo el planeta del eterno adormecimiento. Despierto relojes de un insomnio terrenal. Y la superficie exhala sorprendida. Estupefacta. Hoy si me reconoce. Y estremecida se comienza a desarmar. Se arremete a mi figura, y al hacerlo, se empecina en encontrar las últimas facetas vivas que de mí quedan. De a poco lo resuelve y se entorpecerse: soy el mismo que hace algún tiempo se escapó a volar.

Vuelvo a la corteza, y ella me escruta con tesón. Le doy susurros que brincan en sus roídas raíces:


- No soy yo. Esta vez tuviste razón.


No cree en mis mentiras. Su sabiduría se pierde en el simple remanso del extenso arroyo. Y moja mis zapatos. El agua esta tan fría como el aire de este campo abandonado. El viento sopla suave como el tacto reiterado. El día empieza como si ya hubiera terminado.


Vuelvo a ti, tierra, y te siento de la misma manera. No encuentro en ti la más sutil de las gratas sorpresas. Eres la misma empecinada de siempre. El mismo desgaste. La misma complicación. Todavía me guardas rencor al esperarme, todavía tocas los mismos temas que me quitaron compasión, todavía demuestras que en ese momento perdí la razón.


Siento que tanto pido por regresar que me olvidaré que ahora lo hago.


Y regreso.


Y proceso.


Y limpio.


Y enmiendo.


Abres la comisura de los labios.


- ¿Es que acaso no aprendiste la lección?


Y yo canto al unísono:


- He sido yo el que te enseñó su corazón.






Bienvenida a mí.


Otra vez.


Creo que perdí la calma.


Bienvenida al fin.


Bienvenido corazón.







joaco.

"La idea"


Fue hace mas o menos 4 días, que recordé algo que se me había perdido. La “idea”, no era una idea cualquiera, era de esas cuando decimos “tengo una idea”, y venia acompañada de los mejores momentos, a pesar que luego tengas que limpiar el desastre que provocó tu idea si era de una de esas en que te pones a hacer “experimentos” con la pasta de dientes y la espuma de afeitar de tu papá.

En el pasado, mi niñez era muy común tener este tipo de maravillosas ideas, pero como yo, había dejado de ser la niña de pelo cortito hasta los hombros y cara de manzanita, no tenía más ideas de este tipo. Fue en mi viaje, cuando me fui a visitar a mis primitas, estábamos jugando un juego de mesa, y de repente tuve la “idea”, de jugar a algo que parece que hasta ellas habían olvidado, el tradicional juego de la escondida. Mi propuesta fue completada por ellas, que me hicieron recordar las reglas para jugar a la escondida, que yo, ya había olvidado. Me tocó esconderme y el típico lugar donde me escondía de pequeña vino a mi mente, como retrocediendo los años y desafiando el tiempo, la bañadera, pensé.

Corrimos por la casa, y nos escondimos, conté de nuevo sin estar en una clase de matemáticas, y me entusiasme como una niña que espera a que la encuentren, escondida, con la emoción en el pecho y las piernas preparadas para salir corriendo en caso que abran la cortina de la bañadera.

Pero lamentablemente la escondida se acaba, y a uno, terminan por encontrarlo, el juego concluye y solo queda el haber jugado en la memoria. Les pregunté cuando terminamos, hace cuánto que no jugaban ese juego, y ambas me dijeron que hace años y qué no se acordaban lo divertido que era. Tal vez el mundo cambio mucho desde que yo era chica, y ahora menos niñas juegan a la escondida y tantos otros juegos de esos que eran parte de la frase “tengo una idea”. Por qué, me pregunté para mis adentros en ese momento, no entiendo que cada vez, nuestros niños tengan menos “ideas”.